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De superación, de una cena de mujeres y otros secretos.

De superación, de una cena de mujeres y otros secretos.

El otro día gracias a bodegas Torres, Vinhoy y Charo Izquierdo compartí mesa con 23 mujeres maravillosas con historias increíbles y salvo alguna excepción, con unos cuantos años más de experiencia que yo. Una cena estupenda de la que extraje conclusiones que hoy quiero compartir con vosotros. Por esto hoy no hablaré de gastronomía, no al menos como suelo hacerlo, si no de aprendizaje.

Durante la cena hablaban de conciliación, discriminación de genero y toda clase de obstáculos con los que todas en algún momento de nuestra vida nos hemos encontrado. Y si no es así ya puedes empezar a dar las gracias, nótese la ironía. Gracias a tu manera de ser o a la sociedad que te rodea pero agradece tu situación porque lo otro es «ley de vida». Yo empezaré a agradecer la mía aunque como bien dijo Dolo, directora de comunicación del grupo Manzano y asistente a la cena, la gastronomía sigue siendo un mundo de hombres. Quien no ha oído más de una vez «Esther, la hermana de Nacho Manzano». ¡No! Esther Manzano la única Estrella Michelín femenina de Asturias  y una de las mejores guisanderas que tenemos.

En un momento dado mientras escuchaba los testimonios de aquellas mujeres plagadas de triunfos me paré a pensar en la cantidad de veces que pequé de consumir grandes dosis de autocompasión. Me di cuenta de cuantas veces cual Bridget Jones me había lucrado de la pena en los momentos malos, perdiendo por tantos valiosos minutos por querer sumirme en la tristeza. Caí en la cuenta de que todas las veces que me había planteado algo y no había llegado a buen puerto la culpa fue única y exclusivamente de mi ausencia de esfuerzo o dedicación y de cuanta autocompasión le había puesto al asunto. Si bien es cierto en algunas ocasiones nos obcecamos con cosas que ni siquiera están a nuestro alcance. Eso me costará años entenderlo si es que algún día eso ocurre, pero bueno, el primer paso es admitirlo.

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Recordé una historia que un amigo compartiendo un gin tonic hace unos días me contó:

«Hace un tiempo un periodista que se quejaba de la aceptación de sus textos me dijo que a pesar de llevar 2o años haciendo lo mismo no conseguía sus metas. Yo le respondí que las vacas del campo frente al que entrenamos llevan 30 años viendo como damos patadas al balón y no por ello son comentaristas deportivos».

En el momento no entendí muy bien que quería decir con esto pero como suelo hacer casi siempre, extraje mis propias conclusiones y me lo llevé a mi terreno inspirándome en las palabras que pronunciaron cada una de ellas.

Autoevaluación. No hay que seguir sin observar lo que hacemos. Evalúate continuamente pero con el handicap de no  superar los limites y exigirte demasiado. Autoevalúate una media del doble de veces que tienes autocompasión, párate a ver por qué algo no termina de cuajar y busca una solución. O mándalo al carajo. Eso también te honra. Saber terminar con algo de manera digna a veces resulta más difícil que arreglarlo a trompicones. O sea,  no arreglarlo.

Metas. Volviendo a la cena, alguien aconsejó que quizás no tengamos que estar continuamente poniéndonos una meta. Esto se me da francamente bien. Ponerme objetivos y una vez que los supero me repito «¿y ahora qué?». Insatisfacción. Esa que no nos hace disfrutar las cosas cuando llegan. El virus del siglo veintiuno.

Cada palabra que salía de cada una de las mujeres que conformaban la mesa sonaba una mas inspiradora de la otra.

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Alégrate de caer y levantarte. Lo mejor que puedes aprender lo sustraerás de los peores momentos y habrá sido el mejor aprendizaje de tu vida. No dejes que los fracasos sean en vano. Contaba Charo Izquierdo que hay países en los que para una entrevista de trabajo no solo cuentan las caídas si no que las valoran tanto o más cuanto a los éxitos. Al fin y al cabo, siendo realistas, no nos damos cuenta de lo bien que estamos sin jaquecas hasta que sufrimos una. Cuando estamos bien extrañamente nos alegramos de como nos encontramos.

Cada vez que cometo un error
me parece descubrir una verdad que aun no conocía.

Maurice Maeterlinck


Recréate. Date unos minutos. Para ti o para dar las gracias. Medita. Dedícate a ti misma o a los tuyos. Se lo que tú quieres ser y no lo que otros esperan que seas.

Cero fronteras. Los límites, como los miedos, a menudo son solo una ilusión, que dijo Balzac en algún momento.

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Hay quien dice que los consejos no son más que historias nostálgicas del pasado de quien los da pero oye, sonaban sinceras las palabras de estas luchadoras. Confesaban con tranquilidad que ellas también habían pretendido ser perfectas, llevar siempre el carmín en su sitio y el rimel perfecto o no lucir ninguna ojera a pesar de que su recién nacido no les había dejado pegar ojo ni una hora aquel día.

Creo haber aprendido y espero que no se me olvide que no hay que ocultar los temores y tampoco se debe buscar la aprobación ajena continuamente, pues al fin y al cabo, siendo de nuevo realistas, si estamos seguros de algo, solemos hacer tanto caso a las opiniones de los demás como mi madre ante la respuesta de que queríamos a la hora del almuerzo. Cero.

Sonríe. Ríete sin miedo. Ríe hasta que te duela la tripa de hacerlo. Al fin y al cabo un rostro sin arrugas es un papel en el que no hay nada escrito.

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Rendición. Permitirte no estar siempre al 100% no implica tener menos ambiciones ni tener un umbral de torpeza superior a la media te hace menos femenina. ¡Gracias a Dios! Si no estaría hundida en la auténtica miseria.

Escuchar a altas ejecutivas o escritoras de prestigio reconocer que su vida aparentemente perfecta estaba llena de piedras en el camino hizo que me alegrara. ¡Ojo! No del mal ajeno, no me mal interpreten pero siempre pensé en ese tipo de mujeres como la mujer de El diablo se viste de Prada. Esa clase de personas que no se toleran ni un fallo y mucho menos se lo pasaría por alto a los que tienen cerca. Pero para mi sorpresa NO, una vez más me equivocaba. Ellas citaron sin complejos unas cuantas historias de fracaso con el orgullo y la elegancia que adquiere solo alguien que ha vivido una vida plena. Alguien que ha aprendido de sus errores es capaz de no arrepentirse de ellos.

No, hoy no he hablado de gastronomía, no al menos como lo suelo hacer. Os he acercado mi manera de ver la vida, esa que a veces, por mis fotos de platos estupendos y lugares de ensueño pensáis que es perfecta y que aunque no lo parezca es totalmente similar a la vuestra. Con miedos, con errores, con caídas y alegrías.

Gracias por leerme y hacer que esto tenga sentido. Quiero cerrar esta entrada con un Chupito de Tinta de Emma Baizan que me encanta:

«La belleza está en el interior. 

Por eso la copa es de cristal,

así puede admirarse el vino»

¡Ojalá tengáis agujetas de tantas carcajadas!

Firma Carmen Ordiz

COMPLEMENTOS: Rocio Mozo

FOTOGRAFIA: Juan Borgognoni

 

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