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¿Nos podemos comer una mascota?

Hace unas semanas se presentó en sociedad un nuevo colaborador de este blog: el gato Arzak. Sí, exacto. Un gato.

En cuanto las fotos llegaron a la red, los likes volaron. La gente quería más y más de él, de sus grandes ojos lastimeros y de lo adorable de todos sus movimientos. ¿Y mis artículos? ¡Ja! Aquello era agua pasada. ¿Quién quiere leer una disertación sobre cine francés cuando puede tener… cuando puede tener… ? ¡¡pero mira qué mono es, por favor!!

la foto

Tengo que responder, pensé. Y buscando en lo más profundo de mis celos, una pregunta surgió, como un rayo. Si estamos en un blog de Gastronomía¿Podríamos cocinar a Arzak? Piénsenlo. Hay otras culturas en las que gatos o perros son servidos con normalidad en la mesa, y no son seres malvados ni carecen de sentimientos hacia los animales, así que… ¿por qué nos asusta entonces a nosotros esa posibilidad?

La propuesta parecía descabellada. ¿Cómo levantar esta pancarta ante un público hipnotizado por cuatro patas y unos bigotes? ¿Existe alguna película que no sea carne de cinefórum y que pueda emplearla en defender mi teoría?

La hay. Se llama Babe, el cerdito valiente.

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Babe es una película australiana de 1995, basada en un libro del inglés Dick King-Smith, dirigida por el australiano Chris Noonan y nominada a seis Óscar, incluyendo mejor película y mejor director. Con un reparto encabezado por James Cromwell y que incluye voces como la de Hugo Weaving, la historia es aparentemente la misma que hemos visto tantas veces en películas familiares: el anónimo protagonista, de destino aparentemente definido y nada atractivo, sufre un cambio fortuito en su vida que demostrará (a él o a ella y a nosotros mismos, espectadores) quién es realmente y que los sueños se hacen realidad.

BABE2

Pero aquí lo interesante es trasladar este conocido esquema a una granja, lugar mítico para un gastrónomo, una de las piedras sobre las que se asienta toda historia y el funcionamiento de la cadena de alimentos que conocemos hoy en día. Al hacerlo, el guión vierte sus dudas sobre lo predeterminado del destino en los animales, y al personificar a estos, nos vemos reflejados. Así, cuando el pato quiere ser un gallo para evitar ser comido o el cerdo quiere ser un perro con la misma intención, nos vemos a nosotros mismos cambiando lo que se supone ya escrito.

La película no es la única en plantear el «levantamiento» del animal frente a su destino, habitualmente marcado por el hombre. La divertidísima Chicken Run lo hacía con las gallinas y el corral y la naturalista y casi documental El Oso se preguntaba si la presa podía hacer sentir algo al cazador. Pero solamente en Babe la rebelión es puramente gastronómica y solamente en Babe se plantean las dudas adecuadas para que se revuelvan los cimientos de nuestra sociedad, gracias a referencias tan claras como esta frase del pato Fernando:

«Cena de navidad, ya. La cena significa matanza. La matanza significa muerte. ¡La navidad significa muerte!»

Resumiendo, ¿por qué Babe se libra de ser comido? Por ser útil. Por supuesto, la película añade cierta carga de sentimentalismo entre amo y mascota, es un relato de ficción y estas son sus reglas. Y eso no le resta un ápice de calidad.

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Pero piénsenlo fríamente: las razones por las que nosotros no comemos perros, gatos y demás animales de compañía se pueden reducir a la utilidad de estos frente a la facilidad de obtención y producción de otro tipo de carne. En otras culturas, como China, el perro resulta un alimento válido no por capricho, sino debido a las históricas diferencias con el sistema gastronómico occidental, más basado este en la producción cárnica en masa y en la renovación constante por motivos económicos, frente a la apuesta por el campo y la importancia de las tradiciones del mencionado sistema oriental.

Así que Arzak, mi consejo es que no dejes nunca de representar compañía y cariño para tu dueña Carmen, porque si tu función se desvirtúa y eres la única fuente alimenticia cercana (véase una situación extrema como pueda ser un huracán, la desertificación de la península ibérica o el cierre de todas las tiendas ecológicas de Oviedo) tal vez tu suerte cambie.

Espero que les haya vuelto a ganar, lectores. No seré muy mono, pero les hago reflexionar. ¡Nos leemos pronto!

 

logo seBy Santi Alverú

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